lunes, 11 de abril de 2016

LAS OBRAS DE MISERICORDIA EN EL PERÚ V: ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS

 

El Papa Francisco no se cansa de pedirnos que recemos por él. Siempre que felicitamos a alguien por su santo, un aniversario, un acontecimiento le encomendamos, rezamos. Y casi siempre rezamos unos por otros para que Dios nos bendiga a todos. La oración por los demás, estén vivos y muertos, es una obra buena. San Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues "Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". (Ver 1 Tim 2, 2-3).

Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus pecados. (Ver 2 Mac. 12, 46)

Conviene recordar lo que la Iglesia cree acerca de "la purificación final o purgatorio" tal como recoge en su Catecismo (n. 1031-1032) y que formuló sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador. Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.

Se publicó en Lima la obra "Las almas del purgatorio: El diario espiritual y vida anónima de Úrsula de Jesús, una mística negra del siglo XVII" (Edición e introducción por Nancy E. van Deusen, PUCP, Lima 2013) de la célebre negra donada Úrsula de Jesús (1604-1666) a pedido de su confesor franciscano. Sin embargo, los milagros del que más se tiene conocimiento y que más hicieron hablar a la Lima de su tiempo fueron sus llamadas visiones o revelaciones y sus conversaciones que decía sostener con las almas del purgatorio. En cuanto a sus visiones, Úrsula relata en su diario personal aquellas imágenes del purgatorio las cuales describe con gran detalle y precisión

Muy devota también fue Sor Ana de los Ángeles (1602-1686), la beata de Arequipa. Tuvo una devoción especial por las almas del purgatorio que según sor Catalina de Cristo (Butrón) fue motivada por un libro sobre San Nicolás de Tolentino a quien ella procuró imitar. Dejó todo el dinero de sus legítimas. Así contagió a sacerdotes que celebrasen misas. Sus predilectos eran las almas de los indígenas. Sor Juana de Santo Domingo relató que Pedro Indio perdió las ovejas y, estando en la ciudad, se refirió el hecho a la santa indicándole dónde debía buscarlo. Tal devoción le llevó - un día de ayudado obligado- a decir a sor Juana de Santo Domingo: "Ve al torno que yo rezaré a las almas del purgatorio para que traiga alimentos para comer. Al llegar allá se encontró con la provisión de 8 panes, harina, queso y mantequilla".

En relación con la hermosa tarea de rezar por los difuntos está la práctica de fundar "buenas memorias y capellanías" durante el virreinato. El P. Cobo en su célebre "Fundación de Lima" escribe "Las capellanías que hay fundadas en todas las iglesias y lugares píos de esta ciudad son muchas, las cuales sirven clérigos; pasan de 200, y en los conventos de las Religiones debe haber otras tantas y más, y de cada día se van aumentando otras nuevas; todas tienen muy buena renta, y algunas hay tan ricas que llegan a 1000 pesos, y de más de 500 hay muchas de a 300 y 400 son las ordinarias"´

Como muestra, cabe citar que en la Catedral se funda una capellanía por la cual deben celebrarse a diario dos misas, una de las cuales en los primeros viernes de cada mes por aniversario por los Reyes de España, otra en los sábados en honor de la Virgen por la misma intención; en los primeros lunes de cada mes una misa por las ánimas del purgatorio.  Doña Francisca Pizarro fundó una capellanía en la capilla mayor de la catedral –por su testamento d 12 de marzo de 1551- para renta al capellán Cristóbal de Molina para que celebre una misa diaria "por el alma de dicho Marqués mi padre y mía y de mis difuntos y suyos". La Universidad de San Marcos ha venido ofreciendo y sigue –a Dios gracias- en la actualidad la costumbre de celebrar la santa Misa en su capilla de Nuestra Señora de la Antigua el día de la fiesta institucional. En el Archivo del Seminario Santo Toribio se documenta la fundación de la capellanía del Arcediano Rodrigo Pérez, por el Arzobispo Monseñor Jerónimo de Loayza y D. Cristóbal de Burgos, sus albaceas, el 1 de mayo de 1551, ante Simón de Alcates, y con la finalidad primordial de rezar por los naturales del Perú, así como el que se digan en la Catedral dos misas rezadas los días jueves y domingo de cada semana; para el cumplimiento de esta disposición se compraron unas casas con dos tiendas en la calle de las "Mantas.